De viaje con Maximilian Semsch por el paso de la Jura

Por la Jura de Suabia con la eBike 

La Jura de Suabia es sin duda una de las cordilleras de media montaña más bellas de Alemania y se extiende desde Donauwörth hasta Tuttlingen por una superficie de casi 6.000 km². El desafiante carril bici “Alb-Cross“, que seguí durante 250 km y superando unos desniveles de 4.200 m de altitud. A quien le guste el deporte y le apasionen los retos, estará encantado con paso de la Jura.

Llegada cómodamente en tren

Llegué cómodamente en tren, primero hasta Stuttgart, después con el cercanías hasta Kirchheim unter Teck. Desde allí sólo hay siete kilómetros hasta Owen, donde pasé la primera noche del viaje. Owen se encuentra justo debajo de Burg Teck y el carril bici, que está marcado con letreros amarillos de “X-ing“, lleva directamente a mi alojamiento.

La historia del brezel

El primer día empezó con unos pocos kilómetros relajados por el valle de Beuren a Neuffen, seguidos inmediatamente del primer ascenso con un 15 % de inclinación hasta Burg Hohenneuffen. A pesar de ir en eBike sudé bastante y 20 minutos más tarde alcancé la recompensa de un panorama grandioso. Y es que desde la fortaleza del siglo XII hay una extraordinaria vista de 360°. El paso de la Jura recorre muchos caminos sin asfaltar, la mayoría lejos de la carretera, por una preciosa naturaleza virgen. Tras dejar atrás rápidamente un arroyo cristalino llegué a Bad Urach, donde conocí a mi primer suabo de pura cepa. Heiner Beck (56 años) es panadero y propietario de 18 filiales de la panadería “Becka Beck“. Utiliza, siempre que es posible, ingredientes ecológicos de la región, hasta el comino procede de la Jura. Había quedado con él a medio día para comer una salchicha de ternera. Mientras comíamos, Heiner me contó la historia del brezel, que se inventó en 1477 en Bad Urach: «El panadero de aquel entonces cayó en desgracia con el conde Eberhard y fue condenado a muerte. Solo podría salvarse si en un plazo de tres días horneaba un pan por el que brillase tres veces el sol. Cuando el panadero vio a su mujer con los brazos cruzados, nació la forma del brezel. Desgraciadamente, antes de cocerlo, el brezel se le cayó en la sosa que se utilizaba para limpiar. Como ya no tenía tiempo, horneó el brezel igualmente con la sosa. El conde quedó maravillado, el maestro panadero se salvó y desde hace más de 500 años comemos brezel de sosa».

Menos mal que llevaba el Nyon

Seguí pedaleando por Reutlingen, Mössingen y Genkingen hasta alcanzar mi objetivo de etapa en Lichtenstein. Desde mi habitación tenía una vista preciosa del castillo de Lichtenstein, ¿o era la fortaleza de Lichtenstein, la que preside el macizo rocoso a 300 metros de altura? Podría hablar de estas cosas a la mañana siguiente con Eberhard Etter, que desde hace 10 años trabaja allá arriba de administrador del castillo. A continuación, tuve que encontrar el camino hasta el castillo, algo que no resultaba tan fácil entre la niebla, la llovizna y que no se veía a más de 50 metros. Menos mal que para el viaje también había echado el nuevo ordenador de a bordo Nyon de Bosch para probarlo. Como anteriormente me había descargado las pistas GPX del viaje, orientarse no fue ningún problema. 

Como Eberhard me explicó nada más empezar, el castillo de Lichtenstein es el único castillo de cuento del mundo. Siendo bávaro, naturalmente tuve que presentar la objeción de que también está el castillo de Neuschwanstein.

«Aquí tenemos el único castillo que se construyó a consecuencia de un cuento. En el siglo XIX, Wilhelm Hauff escribió cuentos como “El pequeño Muck“, “El corazón frío“ o “La historia del Califa Cigüeña“. Poco antes de su prematuro fallecimiento a los 25 años (murió de tifus) publicó la novela “Lichtenstein“. Esta novela tuvo en el siglo XIX tanto éxito como hoy en día Harry Potter. Se trata de asesinatos, crímenes y amor, y la historia se desarrolla en el castillo ficticio de Lichtenstein. El duque Guillermo se enamoró de tal forma de la historia, de la Edad Media y del castillo, que sin pensárselo dos veces hizo construir el castillo descrito en la obra», explica Eberhard. Por cierto, que las impresionantes estancias pueden contemplarse en una visita guiada.

Siempre con energía suficiente, también para la batería de eBike

A mediodía di buena cuenta de un plato de spätzle en Alb-Gold, un fabricante de pasta de la zona. ¿Quién hubiera pensado que en Suabia hay diez tipos de spätzle? Recargué un poco de energía y de paso volví a cargar la batería de la bici, porque en Alb-Gold, como en muchos otros restaurantes y hoteles, hay estaciones de carga para eBikes.

Para terminar el día hice la bajada de cinco kilómetros hasta Risiberg, un pueblecito con cinco casas. Una vez llegado al hostal rural Waldeck, guardé la bicicleta en el garaje y pude almacenar y al mismo tiempo cargar la batería en la estación de carga Bosch con taquillas.

“¡Rápido, hay cerveza gratis!“

Desde Risiberg hay solo 20 kilómetros hasta Tuttlingen, el objetivo de mi pequeño viaje. Pero antes hice una parada en Wurmlingen, en la fábrica de cerveza Hirsch. El gerente Rainer Honer sigue, a sus casi 83 años, trabajando en la fábrica, una empresa familiar desde hace cinco generaciones. Como me cuenta el señor Honer con orgullo, sus cervezas han recibido numerosos premios y, aunque fuera día de fiesta, dedicó dos horas a enseñármelo todo. Además de la fábrica, se puede visitar un museo de la cerveza dedicado a la historia de la elaboración de la bebida en los últimos siglos. 

«Todavía me acuerdo de cuando empecé aquí, a principios de los años 60; por entonces la Jura todavía era una región pobre, sin comparación con hoy en día. Cuando de aquellas empecé de gerente junior en un hostal corrió como la pólvora la noticia de que en la fábrica de cerveza estaba el jefe junior y que había cerveza gratis», me explica el señor Honer en un marcado dialecto y con una gran sonrisa en la boca. 

Resultado: Un fantástico tour en eBike

Mientras hacía los últimos kilómetros hasta la estación de Tuttlingen, repasé mentalmente otra vez el viaje y mi valoración sería: un fantástico y exigente tour para ciclistas entrenados. Unos neumáticos anchos y aptos para el campo son una clara ventaja. Una batería de repuesto puede resultar útil, o bien hacer una pausa más larga para comer y así usar una de las numerosas estaciones de carga. Pero lo más importante es: ¡no olvidar ropa de lluvia!

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