Donaueschingen: en el centro de la ciudad empieza la ruta cicloturista del Danubio que Maximilian recorrerá durante las próximas ocho semanas. El Danubio todavía es un riachuelo y en Immendingen se oculta a las miradas sumergiéndose en cavidades subterráneas por un breve espacio, aunque entre Beuron y Sigmaringa el paisaje fluvial se muestra en todo su esplendor. La pintoresca arquiabadía de Beuron, rodeada de altas formaciones calcáreas con crestas a ambos lados de un estrecho valle y un paisaje sin carreteras que permite disfrutar una mágica naturaleza virgen: en la zona alrededor de Sigmaringa, el todavía joven Danubio fascina desde el mismo comienzo del tour con una de las etapas más bonitas de toda la ruta cicloturista.

Después de una escapada a lugares de interés como la conocida catedral de Ulm, Ingolstadt y el casco urbano medieval de Ratisbona, tras la abadía de Weltenburg nos espera una vivencia muy especial. Esta consiste en subirse con la eBike al barquito que se conoce como “Zille“ y navegar por el impresionante desfiladero del Danubio hasta Kehlheim. Aquí el Danubio serpentea por la cordillera francona de la Jura. Desde la eBike no se puede admirar este espectáculo. El valle es estrecho, por lo que la ruta cicloturista abandona la orilla del río en este punto. La vista desde el mirador del Salón de la Liberación en Kelkheim y el soberbio panorama desde el tejado del edificio nos compensarán con creces. 

En Passau empieza un tramo precioso que llega hasta Linz. Allí las citas culturales, como el festival artístico callejero “Pflasterstein Spektakel“ en julio y una de las galerías al aire libre más grandes del mundo, invitan a hacer una parada. También el resto del recorrido en dirección a Wachau tiene muchas cosas que ver. El paisaje cultural relacionado con el valle del Danubio desde Melk hasta Krems está declarado Patrimonio Cultural y Natural de la UNESCO y se considera uno de los tramos más bellos de la ruta cicloturista del Danubio. Un destino intermedio atractivo es la fortaleza en ruinas de Aggstein, que vigila la orilla derecha del Danubio desde una altura de 300 m, una de las fortalezas mejor conservadas de Austria. Con unas vistas grandiosas del Danubio y de Wachau, esta fortaleza de aprox. 150 m de longitud se considera uno de los puntos fuertes de la etapa. No muy lejos se puede cruzar cómodamente con el transbordador a la otra orilla del río hacia Spitz. A quien le guste el romanticismo, en Wachau es imposible cansarse de montar en bicicleta al atardecer.

Tras el ambiente de gran ciudad de Viena y Bratislava, la ruta cicloturista del Danubio discurre en dirección a Hungría por tramos difíciles con socavones, surcos y charcos. Pero a continuación se abre un deslumbrante paisaje fluvial con anchas y, con algo de suerte, sorprendentemente playas de ensueño, vacías en las que uno se puede relajar maravillosamente. Vida animada, fascinantes impresiones del Danubio y el encanto de una agitada metrópolis con millones de habitantes esperan al eBiker en Budapest, una ciudad que enamoró inmediatamente a Maximilian Semsch tras una estancia de tres días. Bastante más tranquilo es acampar en plena naturaleza, ya que en Hungría está permitida la acampada libre: atardeceres mágicos —como este a 80 km al sur de la capital—, orillas intactas y una exuberante flora y fauna. Hasta Baja y la frontera croata se circula por caminos relativamente bien conservados y donde se descansa de vez en cuando. Maximilian Semsch nos lo demuestra.

¡Bienvenidos a Croacia! El tramo croata de la ruta cicloturista del Danubio tiene solo 137 km. El tramo discurre mayormente por carreteras secundarias de poco tráfico. Ni siquiera los más aventureros deben salirse del recorrido oficial: fuera del camino sigue habiendo a día de hoy campos de minas. Con su antigua fortaleza, que ofrece unas vistas espectaculares, y sus exuberantes viñas, la idílica localidad de Ilok, cerca de la frontera serbia, invita a hacer una parada. Especialmente digna de una visita es la bodega con cientos de años de antigüedad rodeada de nobles y escondidas viñas al pie de la fortaleza. A quien le apetezcan otras actividades deportivas, además de conducir una eBike, puede quitarse el gusanillo con una partida de golf entre los viñedos. Más tarde se encuentra la relajación haciendo un alto junto al Danubio, donde se puede disfrutar del ambiente vespertino.

A los numerosos lugares destacados a lo largo de la ruta les sigue otra etapa de ensueño, para Maximilian Semsch: «personalmente, la más bonita». La garganta más larga de Europa, las Puertas de Hierro, cuyos acantilados y exóticos roquedos bordean las dos orillas del Danubio a lo largo de 100 km. El verdor de las montañas y el azul intenso del Danubio: que nadie se pierda este precioso contraste. Quien se reserve algo más de tiempo, puede disfrutar de las evocadoras vistas al colorido paisaje desde uno de los numerosos miradores. Uno de los más bonitos se encuentra en el lado serbio del parque nacional de Derdap, una buena oportunidad de escapar del mayor tráfico que circula por el lado rumano. Poco antes de las Puertas de Hierro, por cierto, se puede admirar el punto más ancho del Danubio. Con sus seis kilómetros de anchura, en este punto el río se muestra en toda su impresionante belleza.

Quien supere los paisajes ondulados, los pueblos recoletos y la infraestructura turística más bien escasa de Bulgaria se encontrará casi en el destino del tour de aproximadamente 3.500 km que Maximilian Semsch realizó desde la fuente del Danubio en Furtwangen hasta el delta que forma el río en el Mar Negro. Rumanía, el último país de la ruta cicloturista del Danubio, mima a los eBiker con soberbios paisajes como las doradas colinas de los montes de Macin, sus verdes viñas y una hospitalaria población. Hasta Tulcea, el placer de conducción de la eBike por la naturaleza está garantizado, para los últimos 150 km que hay hasta la desembocadura hay que tomar el barco. Pero esto no es ninguna desventaja: la exuberante naturaleza, con más de 5.000 especies animales y vegetales, se puede admirar con toda tranquilidad desde la cubierta, para los grandes viajeros como Maximilian Semsch es “el broche de oro para un emocionante viaje“.